domingo, 5 de octubre de 2008

2. PELIGROSO EMBLEMA



El arte de la obra, entendida como la composición material y plástica, se enmarca en elementos como escenografía, vestuario, maquillaje y utilería, y son ubicados dentro de la puesta en escena de La Bienvenida del R101 rigurosa y apropiadamente dentro de los planteamientos realistas de la obra. Dichos componentes ayudan a encontrar el rumbo de los personajes, su carácter, y enriquecen el lenguaje tanto del personaje como de la cotidianidad general que rige su universo.


Sin embargo, consideramos que existe el gran peligro de caer en el facilismo semiótico del emblema, es decir, codificar todo a partir de signos que todos reconocemos de igual forma sin necesidad de una codificación previa, pues son altamente convencionales en nuestros imaginarios: la esposa con el típico delantal de ama de casa, la beata con el típico vestido de reprimida, el muchacho con la pinta típica del desadaptado (emo, rappero…), la viejita con las típicas canas, el esposo con las típicas gafas, la cocina con la típica lavadora, etc., etc…


La utilización del emblema en discursos estéticos es frecuentemente empleada para provocar un efecto irónico, tomando la lectura habitual del emblema y trastocándola al contraponerla a un signo contradictorio. Esto es lo que el montaje persigue cuando hace que la beata lea revistas porno, o cuando el padre se mete dentro de la lavadora. Sin embargo, no toda la puesta es tan afortunada en este sentido: usualmente los emblemas nunca dejan de significar lo que ya significan por sí mismos y por lo tanto la percepción de los emblemas se torna monótona y unidimensional, lo que a nuestro juicio contraviene de raíz los planteamientos postmodernos de la obra en la cual la ruptura del significado unívoco es uno de los parámetros fundamentales.


Esta unidimensionalidad desde lo emblemático, afecta la densidad en la construcción de los personajes porque no abre las posibilidades de sentido, sino que las cierra, destruyendo el discurso insólito y paradójico en que la obra exige estar inmersa, y en cambio ofreciéndonos caminos de ironía ya gastados y carentes de innovación (burlarnos de la pinta del emo, o del rappero, de la beata reprimida, del hombre que se disfraza de mujer, etc…).


Podría ser que la literalidad realista fuera un recurso deliberado precisamente para ironizar el teatro realista como tal. Sin embargo, en el grupo de infiltrados nunca terminamos de ponernos de acuerdo sobre este punto, pues algunos pensaban que el tono estaba en su término exacto y era una manera de contradecir la polifonía del texto para crear un nivel de tensión, mientras que para otros más que un recurso irónico, la literalidad se vuelve una solución ingenua y obvia para un texto que reclama a gritos riesgos muchísimo más altos por fuera de la obviedad emblemática y por ende, de la obviedad de su ironía.

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Somos un grupo de crítica anónima que busca analizar e interpretar las obras de teatro de Bogotá en temporada de una manera totalmente imparcial y rigurosa, con el fin de estimular la depuración de este oficio tanto desde su creación, como desde su apreciación. Creemos que el teatro y el público de teatro necesita volver a la crítica independiente como una forma de aprendizaje por fuera de la banalidad de las reseñas de farándula, y los sectarismos estéticos, buscando un espacio abierto a la discusión, la polémica y el debate como formas de reconocernos como espectadores y artistas dispuestos a crecer y a aprender del juicio de los demás y de nosotros. Por favor opine sobre este espacio, opine sobre el teatro, sobre las obras en cartelera, sobre las críticas que escribimos aquí. Nosotros, y el público y los teatristas estaremos agradecidos de librarnos del cotidiano anonimato teatral y de contar con la total sinceridad de sus aportes.